La vista es uno de los sentidos más esenciales para relacionarnos con nuestro entorno. Sin embargo, con frecuencia la descuidamos: pasamos horas frente a pantallas sin protección, leemos con mala iluminación o evitamos usar gafas de sol o de protección cuando son necesarias.
Estas conductas pueden afectar nuestra salud ocular, a lo que hay que sumar problemas visuales comunes, tanto congénitos como adquiridos con la edad (miopía, hipermetropía, presbicia…).
Por eso, hacerse revisiones oculares periódicas es clave para detectar a tiempo cualquier alteración visual y cuidar de nuestra salud visual. A continuación, te explicamos cuándo y por qué deberías ir al oftalmólogo.
¿Por qué son importantes las revisiones oculares periódicas?
Existen dos grandes razones para hacerse revisiones visuales con frecuencia:
1. Prevención de enfermedades oculares
Algunas patologías como el glaucoma o la degeneración macular no presentan síntomas en fases iniciales. Sin embargo, pueden detectarse con una revisión oftalmológica a tiempo, lo que permite aplicar tratamientos preventivos antes de que causen daños permanentes.
2. Corrección de defectos visuales
Problemas de refracción como la miopía, hipermetropía o astigmatismo pueden ocasionar fatiga ocular, dolores de cabeza o dificultad para enfocar. Corregirlos mejora significativamente la calidad de vida y evita complicaciones a largo plazo.
¿Cada cuánto debo revisar mi vista?
La frecuencia varía en función de la edad, el estado general de salud ocular y los antecedentes familiares. Te lo detallamos por etapas:
Bebés y primera infancia (0-3 años)
- Primera revisión: en las primeras semanas de vida, especialmente si es prematuro.
- El pediatra vigila la formación y desarrollo visual.
- Síntomas de alerta: lagrimeo excesivo, ojos desviados, párpados anómalos.
Niños y niñas (3-8 años)
- A partir de los 3 años: revisión oftalmológica completa.
- Se detectan alteraciones como la ambliopía u «ojo vago», frecuente en estas edades.
- Cuanto antes se trate, mejores resultados visuales se logran.
Edad escolar y adolescencia (8-18 años)
- El sistema visual ya está formado.
- Revisión cada 2 años o anual si usan gafas o lentillas.
Adultos (18-40 años)
- Revisión cada 2 años.
- Detección precoz de defectos visuales y control del estado ocular general.
Adultos mayores de 40 años
- Revisión anual recomendada.
- Aparecen riesgos como presbicia, glaucoma, o sequedad ocular (más común tras la menopausia o por ciertos fármacos). Para aliviar el malestar, puedes utilizar una solución oftálmica hidratante, de venta en farmacias.
Mayores de 60 años
- Revisiones oftalmológicas anuales imprescindibles.
- Mayor incidencia de cataratas, DMAE (degeneración macular asociada a la edad), y glaucoma.
Enfermedades oculares más frecuentes en adultos
Presbicia (vista cansada)
Normalmente a partir de los 40 años, dificultad para enfocar objetos cercanos.
Cataratas
Opacidad del cristalino que causa visión borrosa y dificultad para ver con poca luz. Comunes a partir de los 50 años.
Glaucoma
Enfermedad progresiva del nervio óptico que puede provocar ceguera. Suele aparecer a partir de los 60 años, aunque puede desarrollarse antes.
Degeneración macular (DMAE)
Afecta la visión central y se da principalmente en mayores de 60 años. Dificulta la lectura y el reconocimiento facial.
Retinopatía diabética
Complicación de la diabetes que daña los vasos sanguíneos de la retina. Puede causar pérdida visual severa si no se detecta a tiempo.
Conjuntivitis
Inflamación ocular que provoca enrojecimiento, picor y secreción. Puede deberse a infecciones, alergias o irritantes.
¿Quién debe acudir con más frecuencia al oftalmólogo?
Es especialmente recomendable una revisión anual para personas con:
- Diabetes, hipertensión o colesterol elevado.
- Antecedentes familiares de enfermedades oculares.
- Uso continuo de dispositivos electrónicos.
- Problemas visuales previos o actuales.
Conclusión
Hacerse revisiones oftalmológicas periódicas es esencial para prevenir enfermedades oculares silenciosas y corregir problemas de visión que pueden afectar a la calidad de vida. La frecuencia de estas revisiones debe adaptarse a la edad y a los factores de riesgo de cada persona. Detectar a tiempo cualquier alteración visual puede marcar la diferencia en la salud ocular a largo plazo.
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